Había preguntado a distintos amigos y conocidos en que se basaba la asignatura, pero nadie me decía nada concreto de los objetivos que tenía ésta, asique llegué a clase sin saber de que iba, si me iba a gustar, si iba a ser muy aburrida, con un sinfin de preguntas. Llegamos y nada más entrar por la puerta la profesora, en este caso Cristina, nos dijo: soltar las cosas y venir al centro de la clase. Nada más acercarnos todos y esperar su presentación, Cristina activa la música, coge a un compañero de la mano y sin soltar ni una sola palabra nos hace gestos para que realicemos lo mismo, y de esta forma formamos un círculo en el que vamos girando, y repitiendo diferentes gestos que realiza Cristina al ritmo de la música. Tengo que decir que nos quedamos todos con la boca abierta, sorprendidos, y disfrutando de la clase. Una clase para conocernos, de familiarización, para presentarnos a través de la gimnasia y el rítmo, para observarnos desde otro punto de vista que no fuese el del día a día, para conocernos más aún de lo que ya nos conociamos. Es muy bonito observar como solo con la mirada y con los gestos se puede transmitir tanto, tantas emociones y tantos sentimientos.  Hicimos diferentes grupos en los que se buscaba reirnos de nosotros mismos, en defeinitiva, perder la verguenza entre nosotros en el que un compañero hacia diferentes movimientos al rítmo de la música y el resto del grupo lo imitaba. Para finalizar la sesión realizamos un ejercicio de relajación, con el objetivo desde mi punto de vista, de salir con una opinión positiva. Como conclusión, esta clase fue especial, fue el principio de mucho.