Continuabamos las clases y esta vez tocaba una clase en la que teniamos que poner toda nuestra imaginación para llevarla a cabo. Se nos pedía de forma grupal crear una pequeña coreografía, con el objetivo de expresar y representar una emoción, y conseguir que a través de la coreografía el resto de la clase adivinase de que emoción se trataba.

​

Al principio nos costó un poco que las ideas llegaran a nuestra mente, pero poco a poco fueron llegando y con la ayuda del conjunto del grupo la creamos en poco tiempo.

​

Finalmente, cada grupo realizaba su presentación y el resto trataba de adivinarla. El hecho de que el resto adivinasen de que se trataba era bueno porque quería decir que nos habiamos expresado bien.

​

Nuestro pequeño grupo realizó una primera emoción de miedo, y acabó con una emoción de ira, que consiguió entender el resto de la clase.

​

Otra bonita experiencia más, si cabe, en la que te das cuenta como sin pronunciar palabra una persona te puede entender solo observando tus movimientos y expresiones.

​

​