Pues continuamos nuestras clases de rítmica, esas clases donde parece que nos olvidamos del mundo, y nada más entrar Belén nos dice que la clase está relacionada con la "cuerpusión".. Una palabra que no habíamos escuchado jamás, pero que nada más escucharla entendimos hacia donde se dirigía la clase.

 

Fue una clase divertidísima, en este caso no esperabamos a que la música comenzara a sonar, sino que la música la poniamos nosotros.

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Belén nos dirigió un poco hacia la tarea, y a continuación comenzamos a preparar de forma grupal un ritmo de percusión corporal en el que dimos rienda suelta a nuestra imaginación. Después de mostrar cada grupo su ritmo al resto, Belén nos encargó realizar una coreografía en la que lo único que se escuchara fuese el sonido que emitía nuestro propio cuerpo.

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Para terminar la clase, cada grupo, salió a representar la coreografía que había preparado mientras el resto observaba.

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Otra bonita experiencia que nos deja esta asignatura en la que aprendimos a reconocer los sonidos que emiten las diferentes partes de nuestro cuerpo, y lo pasamos genial.

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