La profesora que nos impartió la tercera clase volvió a ser Cristina. Llegamos, soltamos las cosas, y nos mandó a colocarnos en fila india, al rítmo de la música el primer compañero tenía que  realizar gestos y movimientos mientras los demás lo imitábamos. Y así tods íbamos pasando por el conductor de la fila. Al principio da un poco de vergüenza dirigir a toda la clase con tus propios movimientos, pero una vez pasada esta, en lo único que acabas centrándote es en no parar de reir y disfrutar junto con los compañeros.

 

Continuamos la clase, y realizamos un ejercicio en el que distribuidos en grupos elegimos una parte de nuestro cuerpo, decidimos que movimientos queremos hacer con esa parte al son de la música, una vez que todos los compañeros del grupo elegimos y pensamos nuestros movimientos, de uno en uno los presentabamos entre nosotros mientras el resto de componentes del grupo los imitaban. A conitnuación, los compañeros de cada grupo juntaban sus movimientos en una especie de coreografía al rítmo de la música mientras el resto de la clase la observaba. Y para finalizar toda la calse juntaba sus movimientos y por orden de uno en uno imitaba los movimientos del compañero. Terminamos añadiendo onomatopeyas, a los movimientos, cosa que hizo que no parasemos de reir y disrutasemos aún más.

 

Como conclusión, obtenemos la enseñanza de que podemos conseguir rítmo con cualquier parte de nuestro cuerpo en la que tengamos control de movimiento..como desde una pierna completa hasta de un simple ojo. Una experiencia bonita donde disfrutamos mucho y sobretodo no paramos de reir.